lunes, 5 de julio de 2010

La puerta metálica

La puerta metálica


¡Por fin!, después de diez años de frustraciones, se había desecho de ella.
Pero ahora ¿Cómo haría?, ¿Cómo la borraría de la faz de la tierra?
Víctor pensaba en esto mientras deambulaba desesperadamente por toda la casa.
Debía pensar rápido, sus hijos, sus pequeños retoños, regresarían de la escuela dentro de una hora, lo cual no le dejaba mucho tiempo para borrar lo que había hecho y menos si no tenía una puta idea de cómo hacerlo.

Corrió a la cocina: - no hay respuesta…
Miro por la ventana que daba al patio y tuvo una pequeña luz de esperanza: - ¿y…si la entierro?
Milagrosamente su cerebro al borde de la locura aun maquinaba bien.
- ¡NO¡ duraría demasiado y además, no sabría como explicar a los niños (ni a nadie mas), para que diablos había hecho un hueco en medio patio y lo había vuelto a llenar de tierra sin razón aparente y quedando un montículo sospechoso además.
De todas formas corrió al patio a inspeccionar si cabía alguna oportunidad. Sollozó ligeramente al no encontrar solución y se dejó caer de rodillas, ideas falaces circundaron su mente en ese instante: - ¡termina con esto ya¡, has contigo lo que hiciste con ella, vamos. Hazlo, al fin y al cabo estás en la completa ruina y llevar esto a cuestas no será fácil.
-¡Mi amor¡, ¿Por qué, porque tenías que terminar llevándome a esto?, yo te amaba, ¿Por qué tenías que volverte en contra mío?, todos pasamos por tiempos de crisis y tu en lugar de apoyarme, me humillaste, me tratabas como una basura, ¿porque, PORQUE?, fue tu culpa, ¡fue tu maldita culpa!, y ahora, mira, obtuviste lo que mereces, me duele, pero tu me obligaste

Cabizbajo fuera de toda esperanza, volvió a tomar conciencia y se puso pesadamente de pie, definitivo, ya no había solución, se volvió hacia la puerta que daba a la cocina y sus ojos dieron con la gran puerta metálica que se encuentra un par de metros a la izquierda de la de la cocina, la gran, oscura y yerta puerta metálica que da a su negocio

De repente, sus ojos se abrieron de par en par con un brillo endemoniado
-¡ya lo tengo!

Corrió a la casa, levantó el cuerpo sin vida de la que una vez fuera su esposa, se lo echó bruscamente al hombro, (- lo siento querida, espero no estés incomoda), luego se volvió y salió al patio, echó una mirada alrededor, sacó una llave y caminó toscamente hacia la puerta metálica, hundió la llave en la cerradura abrió la puerta, la cual chirrió vagamente al tiempo que de adentro provenía un leve sonido de metales entrechocando.
Prendió la luz, el sonido provenía de varios cuchillos que se encontraban colgando a un lado de la puerta.

Víctor camino hasta la mitad del lugar, parecía un robot, dejó caer el “paquete” al suelo, pasó fríamente al lado de el y se dispuso a limpiar una gran mesa de metal que se encontraba contra una pared blanca.
Sintonizó en su vieja radio el programa deportivo del medio día, pero su mente estaba en otro lado:
-Jamás lo podrán descubrir, es casi perfecto.

Ya eran las doce y media, en mas o menos veinte minutos sus pequeños regresarían de sus estudios, Víctor caminó lentamente hasta el otro extremo del cuarto, tomo uno de los cuchillos que estaban guindando y comenzó a hacerle filo lenta y sincronizadamente al tiempo que una sonrisa retorcida se dibujó en sus labios:
-No sospecharán, oh querida, siempre quisiste estar mas integrada con la comunidad y… ¡ahora si que lo estarás!

Afuera el día era agradable, una pequeña brisa comenzó a correr por el ambiente, logrando que los árboles de la zona se balancearan y con ellos el gran letrero blanco iluminado del negocio de Víctor, en el cual en letras negras se podía leer:


CENTRO DE CARNES SAN BLAS

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